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CULTURA

8 de marzo de 2025

“La historia que no nos contaron”: adelanto del nuevo libro de Pacho O’Donnell

Infobae Cultura publica un fragmento de “El ADN argentino”, donde el historiador destaca el “vigoroso proyecto constitucional de organización federal y popular” en la Argentina del siglo XIX

>El reconocido historiador, escritor y dramaturgo Pacho O’Donnell presenta su más reciente obra, El ADN argentino, un libro que busca desentrañar los aspectos menos conocidos y frecuentemente omitidos de la historia nacional, ya que —afirma— la narrativa histórica oficial en Argentina ha estado marcada por una perspectiva liberal y extranjerizante, moldeada por los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX.

 

O’Donnell pone en el centro del debate la influencia del liberalismo en la construcción de la historia oficial argentina, perspectiva que ha favorecido los intereses de sectores privilegiados, dejando de lado a actores fundamentales como las mujeres, los sectores populares, los afrodescendientes y los pueblos originarios. Aunque el revisionismo histórico ha logrado incorporar de manera parcial estas voces al relato nacional, el autor considera que este proceso ha sido lento e incompleto.

A continuación, un fragmento del libro:

La historia oficial argentina, escrita por los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX, los unitarios liberales, centralistas, extranjerizantes, porteñistas, la escribieron como un aparato ideológico (Althusser) para justificar su proyecto de organización nacional. Esa direccionalidad politizada hace que sean muchos los aspectos deformados que merecen ser revisados. Ello no es banal ya que muchos de los problemas actuales de nuestra patria tienen sus raíces en un pasado falsificado y perturban la proyección futura.

 

El denominado Congreso “de los Pueblos Libres” también conocido como Congreso de Oriente, reunido a partir del 29 de junio de 1815 en la ciudad de Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, constituyó un acontecimiento de gran importancia histórica, que debe ser considerado como la Primera Declaración de Independencia del Río de la Plata.

 

Reivindicar el congreso entrerriano convocado por el caudillo oriental José Gervasio Artigas no supone devaluar el del 9 de julio en Tucumán ya que a ojos vistas son complementarios, pues el primero reunió a las provincias andinas, las cuyanas, las del noroeste y las altoperuanas, a las que se sumó Buenos Aires luego del fracaso de su intención de organizarlo en su territorio. En cambio el de Concepción de Uruguay convocó a las provincias litorales: la Banda Oriental, las misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, a las que se agregó una parte de Córdoba. Es evidente la pareja representatividad de ambos. Las reunidas en el Congreso “de los Pueblos Libres” eran federalistas, razón por la cual nuestra historia oficial escrita por sus vencedores unitarios y porteñistas decidió no reivindicarlo. La misma estrategia de condenar al ostracismo histórico al “Protector de los Pueblos Libres” Artigas, un prócer de dimensión rioplatense y latinoamericana, suponiéndolo solo relevante dentro de los límites de la memoria uruguaya.

 

Otro argumento cuestionador es que en la correspondencia de Artigas de esos días no hay referencia a la declaración independentista. El motivo de ello es que la acuciante preocupación del caudillo por entonces era lograr un acuerdo con Buenos Aires para fortalecerse ante la inminente invasión del imperio portugués desde Brasil. De allí que sus menciones se refirieran a la constitución de una delegación que saliera del Congreso para una mediación condenada al fracaso, pues el deseo de los políticos porteños era justamente la destrucción de Artigas con la colaboración de los lusobrasileños.

Por otra parte el Oriental y sus seguidores no necesitaban declarar la independencia pues estaban convencidos de que esa había sido la intención de la insurrección de mayo de 1810, ajenos a las especulaciones políticas de los doctores porteños. Así lo evidenciaron las Instrucciones artiguistas para la Asamblea del Año XIII, en las que, ya en su encabezamiento, antes del articulado, se leía el pedido de declaración de independencia absoluta de España y de los Borbones.

 

Si bien, como queda escrito, Artigas y la Banda Oriental no debían declarar lo que ya habían declarado, el Congreso de los Pueblos Libres fue la oportunidad para que lo hicieran las otras provincias federalistas, litorales.

Así el Cabildo de Corrientes dejó sentadas las conclusiones de los debates sostenidos en Concepción del Uruguay: “Viéndose penetrado de la utilidad y necesidad de convenir, consultando la beneficencia del pueblo, su representado, con las benéficas y liberales ideas con que el señor General [Artigas] promueve la santa causa de los pueblos, para colocarlos en el goce pacífico de sus primeros derechos, las cuales ni son opuestas al sistema esencial de la América, ni distintas de las que se adoptaron en la primera época de la instalación del gobierno provisorio de la capital de Buenos Aires, se resolvió declarar la independencia bajo el sistema federativo y al General Don José de Artigas por Protector”.

 

A su vez las instrucciones que llevó el delegado santafesino reproducían casi literalmente las enviadas en 1813 a la Asamblea reunida en Buenos Aires: “1º Pedirán la declaración absoluta de la independencia de la Corona de España y familia de los Borbones”. Pocas dudas quedan de que las demás provincias habrán propuesto y votado iniciativas similares ya que la declaración de la independencia era un eje clave de la unión federal.

 

El Reglamento enviado al Cabildo de Montevideo era explícito: “Los ciudadanos de cada departamento concurrirán desde las nueve de la mañana hasta las cinco y media de la tarde del día subsiguiente a la recepción de la orden de esta data, a las casas que indiquen los respectivos presidentes, a nombrar tres electores correspondientes a su distrito.

”[...] Se pondrá muy particular esmero en que todo se verifique con la mayor sencillez posible, cuidando que el resultado sea simplemente la voluntad general”.

Lo admirable es que en aquellos tiempos el sufragio universal era una novedad absoluta en todo el planeta.

 

Consistía en la confiscación de propiedades de “malos europeos y peores americanos”, adversarios de la revolución patriota, para distribuirlas y así ser leales con las bases populares que constituían la fuerza del artiguismo. En su artículo 6º podía leerse que “los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia”. El artículo 7º establecía que “serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieran hijos. Serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero”.

El hecho de que ninguna de las provincias que asistieron al Congreso de Oriente o de los Pueblos Libres concurriera al de Tucumán es evidencia de que ya consideraban cumplido el trámite independentista. Por otra parte eran las que propugnaban una organización y constitución federal, republicana, popular y americanista, lo que no coincidía, salvo excepciones, con las concurrentes a Tucumán.

No es banal, en estos tiempos de predomino liberal en Argentina y en otros países, rescatar que hubo en nuestro pasado un vigoroso proyecto constitucional de organización federal y popular.

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